miércoles, 16 de abril de 2014

> Reuniones

Me han convocado a una reunión, a una reunión entre íberos. Tengo por bien aprendido que son una pérdida de tiempo, energía y confianza en el ser humano, pero cedí a la molécula optimista que aún habita en lo más hondo de mi ser, y fui.

Qué reiteraciones, qué empanadillas de Móstoles... qué cansancio. No había un orden del día, no había un turno de palabra que se respetase, no había otro interés distinto de decir el discurso que cada uno se traía de casa. Después de horas, las propuestas se podían haber hecho en Whatsapp, las conclusiones se podían escribir en un solo tweet.

Da igual que sea una reunión de la comunidad de vecinos, de una asociación de filatelia o del comité de dirección de una empresa de servicios. Es una invariante, que cansa mucho. No aprendo de mis errores.

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