lunes, 4 de noviembre de 2013

> Las ideas

Lo peor que le puede ocurrir a alguien (¡y a los demás!) es tener una opinión. La historia nos muestra los efectos devastadores de personas que tenían una idea, desde Akenatón a Stalin pasando por Cromwell y Franco; los que no hicieron gala de sus opiniones descansan sin embargo en los cementerios, y no causaron más dolor a sus semejantes que el roce cotidiano de la vida.

Las ideas son malas porque se abren paso por las entrañas, si el temperamento y las circunstancias lo permiten, y arrasan con cualquier otra que se le oponga. Uno empieza leyendo “El País” y “El Mundo” hasta que las propias ideas se sobreponen a ese sindiós y se deja de comprar el que no dice lo que queremos escuchar. Pero las ideas, las propias, no se contentan con parasitar la mente de un individuo, sino que aspiran a ser plaga y a expandirse sin remedio, de ahí su maldad. Las ideas hacen que levantemos la voz en el bar, que discutamos con nuestro cuñado en la paella de los domingos y que pulsemos el botón rojo. Las ideas no admiten contrapartes y, una vez en la lucha, no reparan en medios ni en gastos: matadlos a todos, dios distinguirá a los suyos.

Las ideas mueven el mundo, es cierto, pero como preparativo para su dominación. El capitalismo, el socialismo, el catolicismo, el nacionalismo y hasta la pertenencia a un simple equipo de fútbol o de cuadriga son los responsables de grandes calamidades. Sin embargo, pese a toda evidencia, carecer de ideas tiene muy mala fama; es un insulto, de hecho. Nadie reconoce no tener ideas, salvo un excéntrico o un bobo. La idea es la adscripción y la muestra de un poder, como el trasero de un babuino, y sólo los que no están en ese juego pueden prescindir de ellas, pagando el coste del excéntrico o el desprecio del bobo.

4 comentarios:

  1. No sé si hoy está usted especialmente pesimista, o fatalista, o simplemente se ha levantado con el lado izquierdo del pie izquierdo... Sin duda usted tiene ideas, entonces vaya peligro corren sus próximos, conocidos y saludados. ... "Matadlos a todos"... ¡¡Por Dios!!

    Por suerte para mi, trato con usted a través de una barrera sutil pero poderosa, y eso me libra de los efectos directos de sus ideas. Aunque no me salva de la angustia de no poder hacer nada... ni siquiera puedo saber quien es su cuñado, no puedo avisarle del peligro en la próxima paella de domingo.. ¡el pobre tiene todos los números!

    ... ufff, voy a ver si se me ha puesto el culo rojo como un babuino...


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  2. Niego la mayor: yo no tengo ideas (certezas). Trabajo me cuesta, sí, pero bien está lo que bien acaba. Bueno, no, pero qué le vamos a hacer.

    Por cierto, no nos deje con la duda: ¿cómo se vio en el espejo?

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  3. Que me niegue la mayor es su hábito, ya me voy haciendo a ello, suena incluso reconfortante, como hogareño, es el pastelito típico de este lugar.

    Bueno, sirva lo anterior como muestra de lo pacíficos y entrañables que somos las personas que no leemos esa prensa crispante y maligna. Pero eso no quita de que le lleve la contraria. Oiga, niegue lo que quiera, pero ha sido usted quien ha puesto el ejemplo -en 1ª persona- con su cuñado y la paella del domingo, o sea que tiene ideas peligrosas, no lo niegue. O sí, o no, bueno, como quiera, no le puedo juzgar sin conocer a su cuñado...

    Volviendo al asunto, creo que ya le voy entendiendo: ustd tiene síntomas típicos de leer mucho “mundo”:
    1- identifica ideas y opiniones con certezas
    2- identifica las ideas con cosa mala, cuando no peor.

    Pues no, para nada. Es hermoso tener ideas, y deleitarse con las dudas que plantean. Lo horrible es ser intolerante.

    Y sobre lo que me pregunta con tanto interés, pues la verdad es que sí, un poco rojo. Pero claro, es una opinión, no le saque certezas más allá de una simple observación. No suelo ver esa parte de mi, así que no puedo afirmar que enrojeció por mostrar opiniones si no sé cuál era su color anterior. Y aún sospechando que así fuera, -cosa razonable pues al cabo de un tiempo cesó el ligero enrojecimiento- nisiquiera entonces podría estar seguro. ¿Enrojeció por mostrar ideas o por estar sentado varias horas ante un ordenador? Para acercarme a la verdad, después de la observación y el razonamiento necesitaría la experimentación: p. ej., la próxima vez opinando de pie.
    Pues ya ve, no hay certezas sin currárselo mucho. Y ni así, siempre hay posibles dudas. Bueno, a veces, no sé...

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  4. Voy a tener que abrir un 'chat'. Pero mientras tanto, y dejando de lado al pobre de mi cuñado, le diré que no identifico ideas con certezas, sino que aclaro que no me refiero a las ideas ('Hoy hace un buen día: me voy de excursión') sino a las certezas que mueven a la acción contra otras ('No hay más dios que Atón, y el que diga lo contrario tiene un problema conmigo').

    Por desgracia, y la mayoría en ámbitos menos extensos por nuestras propias limitaciones, todos tenemos certezas que hacen daño porque luchan por salir y acabar con la competencia. Y si uno llega a ser Akenatón...

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