miércoles, 12 de octubre de 2011

> 20N

Para los que ya tenemos una edad como para no compartir piso, el 20 de noviembre (20N en neolengua) sólo nos recordaba la muerte de Francisco Franco. Hoy, cuando los que mandan son cada vez más jóvenes y se jubilan a los cuarenta, nadie ha hecho el chiste fácil de unir en la misma frase las próximas elecciones generales y el fin del dictador, lo que es de agradecer.

Cualquier elección en una psicomaquia hercúlea, aunque de poco esfuerzo. Llevándolo a un terreno personal, siempre me pregunto a quién votar. Como uno de mis defectos es la ductilidad, veo ventajas en todos los partidos, pero el principal inconveniente es que ninguno me gusta ni me mueve desde la contemplación a la más mínima ilusión.

Para los que me siguen, no creo que haya nada que añadir a lo ya dicho del PSOE y del PP. ¿UPyD? No me puedo fiar de un partido hecho a la imagen de Rosa Díez hasta el punto de hacer del rosa su color corporativo. ¿IU? Para eso hace falta tener ilusión. Si fuera catalán votaría CiU, y no porque esté de acuerdo con su ideario, sino porque tienen las ideas claras y no tienen miedo: cuando todos los perros son iguales, vale más el collar.

Pero qué le vamos a hacer: no soy catalán, sino uno de esos andaluces que llevan las generaciones de hambre pegadas a los huesos con sabor a ajo y que apenas se le entiende cuando habla.

4 comentarios:

  1. Venga hombre, generaciones de hambre dices, no seas demagogo, no lo dirás por tí, aquí quién más quién menos tiene un antepasado cura ...o esclavista :-D

    Qué le vamos a hacer, yo sí soy catalán, mi padre pasó una infancia miserable (el cazagatos le llamaban al abuelo), y mi bisabuelo paraba el carro y se bajaba para recoger un garbanzo del suelo. Por suerte hace ya mucho que todos nos despegamos el hambre de los huesos.

    La demagogia de los políticos en plena campaña electoral en tiempos de crisis sin ideas suele convertirse en algo tremendo y tremendista, pero mejor se lo dejamos a ellos, que se lo guisen y se lo coman. Me irritan profundamente las excitaciones populares que montan con cualquier tontería, como cuando el Sr. Blanco salió en público "como gallego" exigiendo disculpas al presidente de la Generalitat por lo que dijo de los acentos (se nota que Blanco necesita deseperadamente desviar la atención). Por cierto, la manipulación está cuando se critica una frase sacándola de contexto ¿sabes a cuento de qué dijo Mas eso del acento andaluz?

    La realidad de la gente normal suele ser más amable. En mi lugar de trabajo desde hace un par de años tenemos a una sevillana. Llegó con un acento magnífico, ahora ya lo ha perdido un poco y la entendemos mejor, pero cuando se va de vacaciones a casa suele "recaer" y volvemos a tener "problemas de comunicación". Pero te aseguro que todos, tanto ella como nosotros, nos echamos muchas risas con el tema.

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  2. Sin duda, pero de tanto repetir las cosas el poso se pega a la lengua y al encéfalo, y cuando afecta a personas concretas, maldita la gracia.

    Cuando era más joven subí a la torre de la catedral de San Pablo, en Londres, por la escalera de la derecha en vez de la izquierda. Una vez arriba, el celador se echó las manos a la cabeza, pero cuando se enteró por mi acento de que era español dijo algo así como que era lo que cabía esperar. Cuando mi vecina, inglesa, deja abierto el grifo del riego e inunda media calle, nadie piensa que es lo que cabe esperar de un inglés, o de un alemán, o de un holandés, sino que es un despiste.

    Respecto del hambre y los huesos, me temo que no soy el autor de esa figura retórica. Ese honor le cabe a Jordi Pujol, ejemplo de tantas cosas buenas y tantas mejorables.

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  3. No es bueno que tengas ese poso pegado.
    Los tópicos responden a realidades pero casi siempre de eso solo queda un leve rastro, aunque los chistes siempre presenten al catalán como tacaño y al andaluz como gracioso y vago. Esos prototipos existen, pero son ¿1%? ¿5%?. Y además, los tópicos son tan relativos que pierden todo valor: si invertimos los puntos de vista, "el tacaño" se convierte en un ahorrador cuya actitud personal es un modelo para la superación de la crisis económica, y "el vago que pasa el día en el bar cobrando el PER" pasa a ser una víctima de la falta de oportunidades en un modelo socioeconómico injusto y anticuado.
    Sin duda la gran mayoría de la gente respondemos a patrones comunes, y los tópicos identitarios quedarán para chistes de bajo nivel, pero mal favor nos hacemos si los alimentamos. Esos posos de maldita gracia que dices tener es mejor cepillarlos a fondo. Piensa que quién se siente ofendido, en caso de equivocarse se convierte en ofensor.

    las palabras de Mas sobre los acentos solo pueden molestar a quien no sepa de qué hablaba. Lo que dijo Durán sobre el PER fue desafortunado y fue en respuesta a una frase igualmente desafortunada de una consejera andaluza.
    Y por curiosidad, ¿que dices que dijo Pujol? Me ha sorprendido ese tipo de frase en su boca, es un hombre que siempre habla muy llano.

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  4. Uy, para nada: no seré yo quien tenga esos posos ni haga chistes de catalanes y pesetas, gallegos y escaleras ni andaluces y feria.

    Lo que sí creo es que por razones económicas (para qué voy a pensar si ya tengo el estereotipo) tomamos muchas decisiones que se basan en esas ideas preconcebidas: lo alemán es fiable, el Caribe es un lugar de vacaciones y en el barrio rojo de Amsterdam sólo se puede hacer una cosa. Y el diablo está en los detalles. Por eso harían bien en callarse los que contribuyen o fomentan esos tópicos, pero me temo que eso es pedir peras al olmo.

    También tengo una buena opinión de Pujol. Quizá ese comentario se lo soplara al oído Marta Ferrusola.

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