miércoles, 18 de agosto de 2010

> Nápoles 1989 (III)

Al este de Nápoles se encuentran las célebres ruinas que todos los turistas van a visitar: Pompeya y Herculano. Y el responsable de todo, el Vesuvio. A las excavaciones es fácil llegar en un tren de cercanías, el Circumvesuviano, que parte cada pocos minutos de una estación subterránea cercana a la Stazione Centrale.

La mayor parte de los pueblos que rodean la metrópoli tienen el aspecto hacinado de las ciudades-dormitorio de clase baja que se desplaza a diario a Nápoles, aunque todos se aglutinan alrededor de su ruina particular de la que se sienten orgullosos y extraen buenos beneficios en verano. La gente de estos pequeños pueblos es más abierta y habladora que sus vecinos de la capital. Incluso se interesan por la identidad de los turistas, y cuando oyen hablar en español aseguran -¡Ah, milanese!

Pompeya fue sepultada por la lava del Vesuvio en el 79 d.C. Sin duda es visita obligada, pero al mismo tiempo es una de las mejores ciudades romanas preservadas por la naturaleza y peor conservadas por el hombre: los arqueólogos del futuro harán completísimos estudios sobre los envases de bebidas refrescantes abandonadas por los millares de turistas que a diario la visitan casi por compromiso.

Pompeya es una extensa ciudad, aún no excavada totalmente, un gran museo al aire libre. Hay zonas que apenas conservan la planta de lo que fue en tiempos una bella casa, pero no son pocos los ejemplos de mansiones que se mantienen casi intactas pese a las manos de los turistas. Qué escasa diferencia nos separa tras dos mil años de historia, piensa uno ante la propaganda política que se anunciaba en sus paredes, la publicidad ("Esperanza, de complacientes maneras, nueve duros"), la violencia entre facciones rivales en el Anfiteatro, los prostíbulos, las tabernas; pero también las pinturas maravillosas que decoraban las casas de los ricos, los mosaicos, los coquetos jardines con sus fuentes...

Herculano es mucho más pequeña que su hermana Pompeya, y también menos visitada, aunque igual de descuidada. Sorprende la altura de la capa de lava que cubría la ciudad que en algunos casos llega a los veinte metros y que aún queda en todo el contorno de lo hasta ahora excavado, pues parte del antiguo Herculano todavía descansa bajo la moderna ciudad. Gracias a que la acción de los elementos no fue la misma aquí que en Pompeya se han podido conservar con mayor fortuna el escaso mobiliario de las habitaciones, las puertas y otros objetos de madera. Aparte de algunas casas que se alzan en altura tal como fueron y otras muchas reconstruidas, lo que más llama la atención son las termas del sur de la ciudad, en las que se puede apreciar en todo su esplendor los lujosos baños de mármol, deformados por la fuerza de la lava.

Desde el apeadero del ferrocarril en Herculano se puede coger un autobús que por poco dinero lleva al Vesuvio; sin embargo, todo el mundo, hasta el propio conductor del autobús, recomendará que se alquile entre varios un taxi, que por supuesto tiene un precio escandaloso. Los transportes no llegan hasta la boca del cráter, dejan bastante más abajo, y hay que armarse de paciencia, zapatos cómodos y muchos pulmones para subir por el interminable terraplén de ceniza y lava que lleva hasta el borde del único volcán activo de Europa. Una vez arriba, y tras pagar, faltaría más, la oportuna entrada, se pueden recorrer unos doscientos metros por el labio de esta poderosa e impresionante fragua dormida desde 1944.

2 comentarios:

  1. Estas navidades estuvimos tentados de alquilar un coche y acercarnos desde Roma, pero era demasiada distancia para un corto día de invierno... Seguirá en el primer puesto de la "wish list". Me quedé con las ganas de ver alguno de esos grafitos a los que eran tan aficionados los pompeyanos. Sobre todo este:

    Admiror, paries, te non cecidisse ruinis
    qui tot scriptorum taedea sustineas
    (Es asombroso, pared, que no caigas echa pedazos
    de sostener la pesadez de tantos escritores)

    Un dístico elegíaco perfecto. Ni que lo hubiera escrito Catulo. No sé si aún será visible.
    Un abrazo, suertudo.

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  2. Sin duda Pompeya y Herculano son un 'must', pero en los alrededores de la ciudad hay otros sitios mucho menos visitados y muy evocadores. En cualquier caso, deja algo para cuando hable de Sicilia.

    Un saludo.

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