jueves, 1 de julio de 2010

> El archivo de la vida

He pasado varios días buscando en partidas bautismales de hace siglos. Parece un milagro que pueda tener entre las manos un libro que compartió época con Napoleón o con la batalla de San Quintín. Cada página tiene dos partidas escritas a mano; a lo largo de las décadas cambian las letras, pero permanece el mismo cuidado. No sabían para qué, pero creían que era importante.

Pese a que son los nacimientos de un pueblo pequeño y leo rápido los nombres, puedo estar horas inclinado sobre el escritorio para rastrear sólo un legajo. Pasan cientos de personas entre mis manos, y ninguno está ya aquí y nadie se acuerda de ellos. Sólo son nombres que, por casualidad, se han conservado. Nadie sabe de los seis hijos de María Bernal, ni del sometimiento que sufrió Francisco de la Rubia, ni por qué Catalina Becerra murió doncella y manchó de lágrimas su testamento. Son sólo nombres enterrados entre las páginas de un libro cuya tinta se pierde devorada por las polillas del tiempo. Dentro de pocos años no quedará ni eso.

Es una labor triste, porque sabes que ante esto nada es importante, aunque también reconforta descubrir tu hilo con el pasado y que hubo personas que trabajaron para que esa memoria permaneciera en el tiempo no sabiendo con qué fin. De nuestro paso por este mundo no vamos a dejar ningún rastro, ninguna huella, salvo este poco. Tú también estarás en una página de uno de esos libros, o peor aún, en algún remoto sector de un disco duro ilegible que nadie tendrá entre sus manos dentro de trescientos años.

7 comentarios:

  1. "De nuestro paso por este mundo no vamos a dejar ningún rastro, ninguna huella, salvo este poco".

    Hola. Me ha sorprendido este comentario.
    Mi opinión es diferente, y sé que hay muchas personas que dejan huella, más personas y más huella de lo que aparentemente parece.

    Lugar, esa quizás sea una labor pendiente : tienes que descubrirlo.

    Un saludo atento y agradecido.
    Pepi.

    ResponderEliminar
  2. Lo siento, pero es que soy pesimista. De las miles de personas que están detrás de las partidas bautismales que he consultado no se acuerda nadie. Ni Google. Napoleones no hay tantos.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  3. Será que yo diferencio entre "dejar huella" (en cualquiera de sus múltiples formas),
    y "dejar huella en la memoria" (colectiva, ó de la historia, ó la que sea....).
    Aunque sólo sea una huella genética, fíjate.
    (Pero hay más....).
    Gracias. Pepi.

    ResponderEliminar
  4. Mírate, TÚ eres el rastro y la huella.
    Como buen pesimista-materialista puedes creer que vas hacia la nada, pero supongo que no creerás que vienes de la nada. Todos estamos aquí gracias al esfuerzo de otros. Al menos seamos agradecidos y no digamos cosas tan deprimentes como que las polillas van a devorar el último rastro.

    De acuerdo con Pepi, un saludo.

    ResponderEliminar
  5. En primer lugar agradecer los comentarios.

    Para Josep, estoy en total acuerdo con usted, y es muy oportuna su apreciación. Pero en mi artículo hablaba no tanto de esa huella como de la memoria: de Napoleón todo el mundo se acuerda, pero de la mayoría de nosotros nadie se acordará nunca y nuestro nombre se borrará. Para nuestro amor propio es triste y doloroso, y más si nuestro nombre sólo va a pervivir en un libro de registros (¡peor aún en un disco duro!).

    Por desgracia, lo de las polillas no era sólo una metáfora. El estado de conservación de los libros que he visto es en muchos casos lamentable y no hay ningún plan para remediarlo.

    Una última cosa: no creo ser un 'buen pesimista-materialista', sino un 'razonable pesimista-activista'. Un saludo.

    ResponderEliminar
  6. Bueno, perdón pues no ha sabido explicarme con tan pocas palabras.

    Sé que lo que voy a escribir es tan básico que Lugar no sólo lo sabe (y todos), sino que lo da por sabido en sus lectores, pero no por ello voy a dejar de explicitarlo, pues de alguna forma quizás pueda ser un empujoncito de ánimo para todos aquellos que trabajan día a día por hacer un entorno mejor, que a la postre somos todos.

    Decía que dejamos huella, de una forma u otra, pues cada día procuramos lo mejor para nuestros hijos (entre otras cosas). Cuando son pequeños, su vida es muy flexible, y aunque cuando crezcan elegirán libremente lo que hacer con sus vidas, aquello que elijan seguro que estará relacionado con la vida que de alguna forma hemos delimitado para ellos en su infancia.

    No es lo mismo que yo dedique tiempo cada día para preocuparme y ayudarles en sus estudios, de modo que tengan éxito en los mismos, a que no lo haga (y es frecuente encontrar familias que no se "ocupan de este aspecto", pues ni siquiera lo hacen de otros más importantes como de darles el calor del cariño y el amor). Exactamente igual se puede decir acerca del círculo de amigos e influencias que tendrán en su vida.
    No es lo mismo ocuparse en que sus círculos de "influencia" sean beneficiosos para ellos (desde pequeños), a dejarlos al azar ó a cualquier otra influencia (todo ello sin menoscabo de su libertad personal, que se irá haciendo más patente conforme crezcan).

    La influencia de un tipo de infancia u otra es bastante determinante en el futuro de las personas.

    Y ahí dejamos una "huella" clara y patente, sea en un sentido positivo, negativo, ó por abstención.

    Pero respecto a la huella en la memoria, efectivamente, quizás en el futuro más cercano sólo lleguemos a ser unos bits de información en un disco duro ó un CD, DVD ó cualquier otro medio, al igual que ahora sólo hay unas letras en unos legajos carcomidos por las polillas.

    Y a largo plazo, nadie se acordará de nosotros, pues esa huella que dejamos no queda registrada precisamente en ninguna memoria, aunque sí en otros registros menos explícitos.

    Y sí, también, yo creo que a pesar de todo también soy bastante razonablemente pesimista-activista, aunque a veces me da por intentar dejar de serlo (aunque sólo sea cuando escribo algún comentario aquí :)

    (Perdona Lugar por fijarme "sólo" en esa palabra, "huella", para escribir un comentario : nos suele pasar así a los humanos.
    Todo tu comentario es estupendo y muy adecuado, pero a veces basta una palabra que, incluso sacada de contexto, puede dar lugar a una serie de aclaraciones que de otra forma serían superfluas. Gracias por tu blog y los cometarios que encontramos en él, pues todo ello, incluso nuestros comentarios, pueden ser enriquecedores).
    Un saludo. Pepi.

    ResponderEliminar
  7. No puedo añadir nada más que gracias por la parte que me toca. En todo de acuerdo contigo, especialmente en la de los niños.

    Por cierto, que los días impares soy "irracionalmente espiritualista-activista": es la esperanza. Un saludo.

    ResponderEliminar