martes, 18 de septiembre de 2012

> ¿Por qué lo llaman amor si quieren decir…?

Estoy dispuesto a admitir lo pretendidamente evidente: que un jugador de fútbol de primera división (creo que ahora se llama de otra forma porque lo patrocina un banco) juegue bien al fútbol. Pero hasta ahí y ni un paso atrás.

Quiero decir (y perdóneseme por las esdrújulas y las interpolaciones tan largas) que una persona humana (olvidémonos de las otras) que juega bien al fútbol no tiene ni que ser guapo, ni simpático, ni tener conversación, ni saber escuchar a su pareja cuando le habla. Puede que en el mejor de los casos (y en el mejor de los mundos) haya algunos que no sólo jueguen bien al fútbol sino que sean un encanto para una pareja media (e incluso para una media pareja), pero la mayoría no (es cuestión de estadística). En el reparto de los dones ya tienen bastante con sus cuentas corrientes como para además ser resultones.

Y el caso es que todos, señores, todos, van por ahí con unas titis de rompe y rasga: Sara Carbonero, Irina Shayk, Antonella Roccuzzo… Busquen en Google, busquen, y terminen el título del artículo.

2 comentarios:

  1. ... dinero?
    con eso siempre hay "titis de rompe y rasga" disponibles. Quedan muy bien en las fotos de ciertas revistas (¡qué malo es el ocio veraniego!, ¿verdad?)

    La envidia también es muy mala...
    Para aliviarla basta con imaginar una conversación con una de esas titis.

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  2. ¡Ah... el ocio es el padre del pensamiento!: Aristóteles nunca madrugó para llevar a sus hijos al colegio.

    ¿Conversación? ¿Quién habla de conversación? Las virtudes están repartidas, y de la misma forma que sus novios no aúnan el buen jugar con ser resultones, ellas no deberían aunar (si existe justicia divina) la belleza con la profundidad de Kierkegaard.

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