Como siempre se pone a la BBC de ejemplo de buena programación y mejores maneras, algunos ilusos pensábamos que las radios públicas (en este caso RNE 5) avanzaban en esa dirección distanciándose del mal gusto y la chabacanería de las televisiones (públicas y privadas) y de las radios comerciales. Sin embargo ayer escuché en esa emisora a un comentarista que invitaba a opinar a los oyentes sobre si la ministra francesa Rachida Dati tenía que revelar públicamente la identidad del padre del hijo que espera. En el mismo programa, el periodista, claro, comentó que un periódico marroquí había dicho que José María Aznar era el padre de la criatura, pero no añadió más leña al fuego. Y es que no hacía falta: ahora cada vez que vemos a la ministra francesa por televisión pensamos en Aznar, aunque éste lo haya desmentido y no haya ningún indicio de que sea el padre.
Aznar no es santo de mi devoción, pero resulta indignante que se publiquen estas cosas cuando no se ha cotejado ninguna información y lo que se busca no es la noticia sino el cotilleo y el desgaste del afectado, que queda ya identificado por una imagen para siempre. Al menos en sus ediciones digitales, los periódicos El País y El Mundo publicaban la noticia, y a partir de ahí, todo el patio la comentó.
Un día antes, en El País se escribía que Gabriel García Márquez sufría por la calidad del periodismo escrito.
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