Acabo de ver por televisión un anuncio promovido por el gobierno rumano para mejorar la imagen de sus inmigrantes en España. Me parece muy loable el esfuerzo, pero supone que hay un problema con los rumanos en España.
En el anuncio habla el dueño de una explotación agraria que va cada año mejor y subraya la aportación de una pareja de rumanos contratados hace diez años. El anuncio es demasiado tópico y muy poco ambicioso. Como anuncio que es, representa escenas irreales (un alegre picnic de patrón y empleado), todo sonrisas y buen rollo y trabajo bucólico al aire libre.
El leit-motiv del anuncio es que “juntos hacemos un gran equipo”, pero unos (los rumanos precisamente) subordinados a otros (los españoles). El enfoque creo que debería ser otro, porque nadie aumenta su respeto por quien precisamente se esfuerza en mostrarse subordinado para no atraer problemas. No digo que el esquema fuera al revés (en tiempos de crisis algunos pensarían que los rumanos vienen aquí a quitar el pan a los naturales), pero sí quizá destacar que eligen a España como país de acogida porque les gusta su gente y sus constumbres, porque son católicos y que, en fin, están dispuestos a trabajar duro para mantener a sus familias.
En las entrevistas de trabajo no hay que dar la mano blandita.
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