En la entrada de ayer escribí sobre las latas. En una de las digresiones estuve a punto de dejar escrito que “el hombre ha ido a la Luna”, pero me di cuenta pronto y lo cambié por “los norteamericanos han ido a la Luna” (esto también incluye a los canadienses, y a los mejicanos, pero creo que se entiende; es el problema de un país sin nombre). A esta figura retórica se le llama sinécdoque, tomar el todo por la parte o la parte por el todo en este caso.
Los estadounidenses lo hacen mucho. Se refieren a sí mismos como americanos, obviando que no están solos en el continente; de hecho su país se llama Estados Unidos de América, lo que no es un nombre, sino una definición orgánica que también suscriben los mejicanos. Cuando llegaron a la Luna dijeron que era un pequeño paso para el hombre pero un gran salto para la Humanidad (que eran ellos). Siempre he mantenido que no me parecía bien decir que el hombre había llegado a la Luna. Sin duda eran humanos Armstrong, Collins y Aldrin, y que el trabajo de miles, millones de humanos les llevó allí y luego acá. Pero muchos más miles, millones de personas creo que no participaron en ese hecho ni se sienten solidarias ni partícipes de él.
Si Warren Buffet se come una langosta en Omaha, ¿se come el género humano una langosta, aunque sea un bocadito así de chiquitito?
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