El día 13 George W. Bush habló en el Manhattan Institute sobre la crisis económica. Como era habitual, nada más ponerse delante del micrófono las acciones del Dow Jones aceleraron sus caídas hasta el 3’5%; pero cuando el presidente empezó a decir que el capitalismo no necesitaba ser refundado y que no eran oportunas medidas regulatorias severas, el mismo índice empezó a entonarse y la bolsa de Nueva York acabó cerrando con una subida de más del 6%. Es lo que tiene la confianza.
Los mercados lo devoran todo. Hace unos meses se explicaba la crisis por el precio del petróleo, por las subidas de los tipos de interés y por la inflación. Ahora ésta última está bajando con fuerza, los tipos de interés caen cada quince días y el petróleo está a menos de la mitad que en julio de este año. Además el sistema financiero se está beneficiando de una lluvia de ayudas públicas y de no se sabe cuántas prebendas más. Sólo tienen que pedirlo (bajando las bolsas) para que los políticos acudan a sus pies.
Pero nada de esto les satisface, quieren más. Y lo que quieren es la confianza de que nadie va a meter las narices en sus asuntos, quieren seguir como estamos porque si están aquí es porque les ha ido bien, quieren que nadie se aproveche de este pequeño caos para ajustarles las cinturas. Y creo que lo van a conseguir sin mucho esfuerzo porque no hay alternativas. Para cumplir con la galería y justificar el viaje, en la cumbre del G-20 leyeron un comunicado de buenas intenciones, en alguna otra reunión cambiarán alguna cosa, y aquí paz y después gloria. ¿A quién se le ocurrió eso de que en Washington iban a refundar el capitalismo?
Cuando tengan claro que los políticos merecen la confianza que han depositado en ellos, volverán a subir las bolsas.
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