Hace unos días preguntaban en una entrevista televisiva a viandantes si les parecía bien que la calle por la que pasaban se llamara ‘General Mola’ o ‘Millán Astray’. Cuando respondían que sí, que eran personales históricos, la entrevistadora les preguntaba si también les parecía bien que en el País Vasco les pusieran nombres de etarras a las calles. Todos dijeron que no les parecía bien, que era un caso totalmente distinto. Todos excepto un profesor de instituto que defendió el toponímico del General Mola con tanta vehemencia que para no parecer incongruente, a su juicio, defendió con el mismo ímpetu el dedicar nombres de calles a terroristas.
Si el criterio para dar nombre a una calle fuera el de la bonhomía del ciudadano homenajeado, tendría que empezarse a utilizar la tabla periódica de elementos para cubrir los huecos dejados. Los etarras han matado, los generales golpistas de la guerra civil española han matado, los reyes han matado, el Cid, incluso, mató, por lo que si los desterramos a todos del callejero siguiendo este criterio me parecería razonable, aunque no estaría de acuerdo porque estaríamos cercenando parte de la historia, que no es de color rosa. El criterio, sin embargo, debería ser una mezcla de relevancia histórica y de oportunidad. El general Mola figura en los libros de historia (y depende de en qué libros puede que salga favorecido o no), pero está claro que un etarra mindungui por muchas víctimas que lleve a sus espaldas no pasará del dominical de un periódico independentista.
Por otro lado, si el general Mola, por mucho que aparezca en los libros de historia, hubiera ordenado los bombardeos que ordenó hace unas semanas, tampoco debería recordarse su infausta memoria con una calle en consideración a sus víctimas recientes. El caso es que aún quedan víctimas de la guerra civil que viven en la calle de Queipo de Llano, de Santiago Carrillo o en la de Juan Negrín.
Como ya hemos llegado aquí, dejémoslos estar a todos.
No se puede cambiar el resultado de la Guerra Civil, la ganó quien la ganó y actuó en consecuencia al régimen que querían imponer (Poniendo esculturas y calles). El caso es que nos guste o no hicieron historia. Se cambió un sistema político en nuiestro país e influyó en la sociedad, cultura y todos los aspectos públicos (y creo que privados) de los españoles, pero no es el caso de los terroristas: ellos no están haciendo historia. Ellos son la actualidad, cuando Eta pierda o venza, entonces la sociedad decidirá si hicieron historia poniendo o no sus calles. Actualmente es pura pedagogía política típica de una dictadura, y no, este país NO debería de permitirlo. Al igual que sería un escándalo que se aceptara que en Madrid bautizaran ahora mismo una calle con el nombre de "Esperanza Aguirre" o "Jose María Aznar", aún no son historia.
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