Empezaré diciendo que a mí me cae bien y creo que hace buen papel de Ministro de Economía. Tiene apostura, sabe hablar y se permite ser irónico con elegancia cuando la ocasión lo requiere.
El caso es que sobre todo desde que empezó la actual crisis, pero también antes, a Solbes (¿Javier, Enrique, José María?: ¿alguien sabe su nombre de pila?) se le ve en interminables comparecencias en el Congreso, en reuniones de la Comunidad Europea, en emisoras de radio y televisión, conferencias patrocinadas por bancos… Súmenle a eso los tiempos de transporte (he ido a Luxemburgo con sólo una escala y tardé siete horas), las horas de sueño, las de comida (cierto que buena parte de su trabajo se hace ante un buen chuletón de Burgos), el tiempo inexcusable que pase con su familia… Además, seguro que tiene que revisar aunque sólo sea de vez en cuando sus movimientos bancarios, hacer pequeñas chapuzas domésticas que le encargue su mujer, asistir a las reuniones de la Asociación de Padres de Alumnos, comprar alguna corbata…
La pregunta es: ¿cuándo tiene tiempo Solbes de hacer su trabajo? Y éste no es escaso. Entre otras cosas que seguro se me escapan se me ocurren: memorizar y relacionar a diario cifras fundamentales, estadísticas y tendencias, analizar las peticiones de dinero de otros ministerios y rechazarlas sin ofender a nadie, marcar las directrices de los presupuestos, establecer los límites de la financiación autonómica…
No sé, no me lo explico cómo llega a todo. Otros ministros lo tienen más fácil. Miguel Sebastián por ejemplo en las siestas de un fin de semana se redacta en la tumbona junto a la piscina las 31 medidas de ahorro energético (“cada hombre, una bombilla”), y ya tiene tema de conversación para un par de semanas. Bibiana Aído, por su parte, puede abrir un diccionario por una página al azar y buscar inspiración en cualquier palabra que le salte a la vista. Carme Chacón no lo tiene tan fácil, porque al menos tiene que estar en su despacho recibiendo a generales y tenientes coroneles y diciéndoles un sí por cada tres noes.
Pero el caso es que no sé cómo tiene Solbes ese don de la ubicuidad (y seguro que de la insomnia). Y ahora me acabo de acordar que además de Ministro de Economía es Vicepresidente Segundo del Gobierno. No sé cómo llega a todo.
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