Por casualidad, a través de una referencia en prensa, estuve ojeando el blog del emprendedor hispano-argentino Martín Varsavsky, fundador de Jazztel, Fon y otras empresas. Digo emprendedor y no empresario porque como él mismo manifestaba en una entrevista, le gusta más echar a andar un negocio que luego gestionarlo en el día a día.
Desde que accedí al blog lo he estado leyendo de vez en cuando, con una mezcla de admiración e indiferencia. Admiración (por no decir envidia) porque ¿a quién no le gustaría pasar en el mismo día de la moqueta de sus oficinas a la cubierta de su barco en Menorca? Sin duda es un hombre de éxito, con amigos influyentes en todo el mundo, que disfruta de la vida. Tiene charm y savoir faire, parece accesible a todos porque tiene también ese ápice de distanciamiento y de bronceado que lo hace deseado por mucha gente.
Pero también decía indiferencia. En su blog habla de cosas triviales (ha perdido un vuelo de conexión, le han puesto una multa por exceso de velocidad), pero si las escribe supongo que él considera que incluso esos hechos triviales (se encontró con un amigo a la salida del aeropuerto, su hija se ha apuntado a un grupo de baile) son interesantes para otras personas, lo que demuestra vanidad (ya que para mí son irrelevantes). Me pregunto por tanto qué es lo que lleva a una persona tan ocupada en realizarse a sí misma en tantas facetas (puede y quiere) y varias veces millonario a escribir un blog de tanto continente y tan poco contenido.
Hace unos días leí en la edición digital del periódico El Mundo que Martín Varsavsky iba a escribir otro blog en este periódico, aparte del suyo personal que actualiza a diario (http://spanish.martinvarsavsky.net).
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