No me dirán que no fue increíble la escena: un periodista iraquí tirándole no uno, sino dos zapatos, al presidente de los EE.UU. Y éste evitándolos como jugador empedernido de Wii en escurrir marrones.
Primero hay que reconocerle originalidad al periodista porque un zapato no es algo que solamos tirarle a la gente (si acaso las zapatillas al perro), pero además tuvo la lírica de acompañar sus palabras con un “¡Toma este beso de despedida, perro!”. Hay que tener valor, porque le podían haber pegado un tiro allí mismo (no está el horno para bollos), aunque pasado el estupor inicial no creo que sean muy severos porque el pueblo iraquí se ha identificado con él. Ayer vi unas imágenes de una manifestación que era todo un mar de zapatos en alto: ¡como en la famosa escena de “La vida de Brian”!
Lástima que esto no pueda consolar a las decenas de miles de muertos, los mutilados, las mujeres violadas, el hambre, el terror y la humillación de un país. Esto sólo nos compensa a nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario