Ésta es una ley más inexorable que la de la gravedad: cuando las cosas van mal en una empresa lo primero que hacen es echar gente a la calle. Y la empresa al día siguiente sube en bolsa como un barco aliviado de una pesada e inútil carga. Si alguien se pregunta por qué nunca echan a los altos ejecutivos de una empresa en crisis, la respuesta no está en el viento: son ellos lo que toman las decisiones de a quién echar y el domingo tienen planes de ir a Disneylandia con sus hijos.
Siempre me he preguntado cómo es que ante estos despidos masivos las empresas suben en bolsa. Primero, se supone que la imagen de una empresa que echa a sus trabajadores a la calle debería sufrir, y la gente diría al pasar por la acera:
- Mira José: esta sucursal es de Citibank, que ha echado a 11.000 personas a la calle por las equivocadas decisiones en la gestión de riesgos de sus directivos.
Pues no, la gente no dice esas cosas y si las dice da igual porque sigue abriendo cuentas en Citibank.
Pero lo más importante es que nadie se para a pensar que esas personas (11.000 por ejemplo) estarían haciendo algo todos los días en el banco. Serían cajeros, analistas de riesgos, contables… Y son muchas personas. De la noche a la mañana, ya no son necesarias: ale, a la calle. ¿Ningún directivo se dio cuenta antes de contratarlas de que no eran necesarias? Lo cual incide en el convencimiento de que esos directivos no eran unos lumbreras precisamente.
Como a estas alturas de la película ya casi nadie cree que los directivos sean muy espabilados, ¿no podría ser también que la decisión de echar a esas personas también esté equivocada? No creo, lo hace todo el mundo.
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