miércoles, 19 de octubre de 2022

> Antes

 Yo antes no tenía un cuerpo, era sólo algo que estaba ahí. Mi mente decidía el qué y mis manos o mis piernas lo ejecutaban. Al menos en ese sentido era libre, no tenía una rémora, mis deseos eran órdenes.

 

Hace pocos meses, sin embargo, mi mente empezó a tener un compañero de un modo abrupto, y desde luego no deseado. Le salió además respondón: yo quería correr, pero me asfixiaba al poco; quería salir a hacer fotos, pero me mareaba.

 

Un día incluso, mi cuerpo enfadado desarrolló unas cataratas y sometió a mi espíritu a una vejación no vista antes. A partir de entonces la relación se enquistó y mi mente comprendió que la enemistad estaba asegurada y que al final el cuerpo ganaría la partida inexorablemente y sin revancha. Ante esa perspectiva tan desoladora, las fresas perdieron sabor y el vino ganó acidez; siempre hacía demasiado calor o demasiado frío para hacer algo. Nada valía la pena, salvo los placeres efímeros y banales.

 

Entiendan que todo esto es nuevo para mí, es un territorio inexplorado, como se dice ahora; aunque para mi suerte o mi desgracia bien sé lo que hay en esa parte del territorio que el mapa no muestra.

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