En el supermercado tenemos cuidado en meter los productos congelados en la bolsa isotérmica, los huevos en la parte de arriba para que no se rompan, etc. Cada cosa tiene su lugar, e incluso cuando acomodamos las bolsas en el maletero del coche intentamos que viajen lo mejor posible en su lugar preciso.
Sin embargo hoy he escuchado al locutor en Radio Nacional de España, en el cierre de un informativo, sus peticiones para el nuevo año. Esperaba que este año acabe el drama de los refugiados para evitar tragedias como la del niño Aylan, a punto de olvidarse ya. Sin embargo añadió como segundo deseo no sé qué de que España ganara la Championship. En cinco segundos. Y no, no deberían estar en el mismo párrafo, ni tan siquiera en párrafos contiguos dos asuntos de importancias tan dispares.
Mezclar un deseo con el otro es no querer decir nada, es intentar quedar bien y luego decir realmente lo que te importa, es equiparar la muerte y el sufrimiento de cientos, miles de personas con un partido de fútbol.
Con una frase, llevaba toda la compra revuelta. Toda la mente.
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