He echado una ojeada a la parte derecha de mi dietario y he visto con horror cómo decenas de artículos (aún peor: magníficos artículos míos) están irremisiblemente enterrados por fechas pasadas. Cuando usted, ansiado lector, llegue casualmente a este oasis de letras en el mejor de los casos leerá los artículos de la página principal o alguno de los que están desplegados del mes en curso, pero salvo rara contumacia no pasará de ahí.
Y francamente es una pena, porque en esas fechas pasadas se escribieron cosas tan interesantes o tan triviales como las de hoy. Pero ¿quién es el guapo que se pone a leer ese maremagnum pudiendo irse a otro dietario más fresco? Parece que todo lo que está bajo fechas pasadas ya sólo tiene un interés arqueológico, y casi ni eso. Lo que me lleva a la explicación de por qué lo muchísimo que hay en Internet vale tan poco: porque no es razonable invertir mucho esfuerzo para tan corta vida.
Hablé sobre un aspecto aquí : lo que está en la red, o es actual o se pierde en los infinitos sótanos de la memoria moderna.
Por eso los que de verdad disfrutan con esto son los que escriben con el trasero como "el emperador del solecismo". Porca miseria!
ResponderEliminarGracias por lo de guapo