Le escuché la expresión a Albert Espinosa. El cansino aprendizaje del maldito instrumento durante la educación primaria ha hecho muchísimo daño al aprecio por la música.
Quizá no fuera intencionado y el subdirector general quería promocionar la música, pero consiguió lo contrario. Para no incurrir en gastos, pusieron a profesores de materias afines (tú a Nueva York y yo a San Francisco); seleccionaron un instrumento barato y melifluo en labios de escolares; obligaron a repetir una y otra vez la misma cansina melodía, no sólo a los niños, también a los padres y a los vecinos.
El camino del infierno está empedrado de buenas intenciones.
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