viernes, 27 de noviembre de 2009

> Un general entre el micrófono y la obediencia

El día 18 de noviembre el jefe del estado mayor de la defensa (ya saben lo de las mayúsculas), general José Julio Rodríguez, compareció en rueda de prensa junto a la ministra de defensa, Carme Chacón, para explicar el fin del secuestro del pesquero español Alakrana frente a las costas de Somalia.

“Para las fuerzas armadas liberar el Alakrana y proceder a la detención de sus captores ha sido durante los cuarenta y siete días que ha durado este secuestro su prioridad. Sólo ha habido una prioridad mayor: no poner en riesgo la vida de un solo tripulante.”

¿Se puede tener una prioridad junto a otra, más prioritaria (sic), que es casi prácticamente incompatible con la primera? ¿Contaba la armada con que los piratas se rindieran, se suicidaran, que desistieran del secuestro que habían comenzado?
“El helicóptero, debidamente autorizado, primero abre fuego por la proa y al no detenerse posteriormente se dirige el fuego hacia la zona del motor intentando inutilizarlo”.

Aparte del ministerio de defensa, nadie más asegura que se produjo esa persecución. Pero ¿esperaba el helicóptero que ante la primera ráfaga delante de la lancha los piratas se rindieran? ¿No vieron los del helicóptero que estaban cerca de tierra por lo que deberían haber empezado inutilizando el motor o disparando a matar? ¿Tiradores de élite y comandos fallaron todos los disparos? ¿Se tarda tanto en disparar de nuevo? ¿Alguna norma obliga a disparar de uno en uno y a esperar un ratito entre medias cuando el que huye está tan cerca de la playa?
“A nuestro empeño en la lucha contra la piratería y la protección de nuestros pesqueros se añade la captura de quienes han tenido secuestrados a los treinta y seis tripulantes del pesquero español Alakrana.”

¿Espera la armada capturar a los piratas en tierra o en el mar cuando en la mejor situación posible no lo consiguió? ¿Se inicia ese empeño retirando las dos fragatas para acompañar al pesquero? ¿Conocen la identidad de los piratas? ¿Tienen pruebas de su implicación que puedan ser presentadas ante un tribunal?

Creo que la ministra dijo lo mínimo que debía decir y dejó al obediente general que dijera las tonterías que debía decir para intentar justificar la incompetencia y la falta de criterio de un gobierno, o de unos generales o de una armada que no merece un país razonable. Pero a lo peor es que no lo somos, ésa es la duda que nos queda y por la que somos tan susceptibles.

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