Ayer me invitaron amablemente a participar en una lectura pública de El Quijote para conmemorar el Día del Libro. Éste era el panorama del salón de actos. No eran las cuatro de la madrugada; no era una empresa que fabricase bombas de racimo. Eran las once y media de la mañana y era el auditorio de una universidad.
Siempre he creído que celebrar este aniversario con El Quijote es un error. Es un libro maravilloso y sin duda tiene muchos méritos, pero en estos tiempos de ciento cuarenta caracteres resulta arisco. Sus largos periodos, sus frases subordinadas y circunloquios no son un buen compañero para unos lectores poco bregados en atriles y devotos de la rapidez y la brevedad. Pero una cosa es que no invite y otra el unánime desinterés, el clamoroso desprecio.
Vean el panorama y lloren conmigo. Luego vayamos a construir pisos y a servir copas a los turistas, y a quejarnos.
¿En serio asistió usted a una lectura pública de El Quijote?
ResponderEliminarLe imaginaba rarito... ¡pero no tanto!
:-D
A veces los pesimistas auténticos somos optimistas esclarecidos, en mi caso cuando me pica la curiosidad. Pero cuando vi el panorama, volví a mi esencia reafirmada por los hechos.
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