martes, 16 de abril de 2013

> Olvido

Hace unos meses una oscura concejal de un remoto pueblo saltó a la fama al difundirse un vídeo privado que ella había grabado para su amante. Normalmente, cuando se escribe ‘privado’ se quiere decir ‘sexual’, y este caso no es una excepción.

Según dice la concejal, el desleal amante lo envió por Whatsapp a alguien que a su vez lo envió a… hasta llegar a las más de cinco millones de referencias que hoy tiene el vídeo de Olvido Hormigos en Google. En un pueblo pequeño como Los Yébenes, la concejal, casada y con dos hijos, estaba en boca de todos, y dado lo explícito del caso y la difusión del vídeo, la prensa nacional e internacional se hicieron eco del hecho (no le llamemos noticia).

Se pidió su dimisión, y ella consideró la idea, pero recibió el apoyo de cientos de personas que razonaban con buen criterio que era ella la víctima, no la ofensora. Permaneció en su puesto.

Unos meses más tarde, cuando otros asuntos llenan las páginas de los periódicos, parece que la concejal Olvido Hormigos no ha podido resistirse al olvido y, ahora, ha renunciado a su cargo en el ayuntamiento para participar en un programa de televisión de ¡saltos desde un trampolín! Fue eliminada. No entendió la exconcejal el resultado como una premonición, sino que subió la apuesta: ahora sale desnuda voluntariamente en la portada de la revista Interviú.

Por supuesto es una decisión personal y ella sabrá sus motivos, pero parece que los focos calientan los despropósitos (recordemos el caso del profesor universitario que defendió a una mujer golpeada). Sí, es una decisión personal, pero quizá debería considerar también a su marido, a sus dos hijos adolescentes, a las cientos de personas que la apoyaron en un primer momento y, sobre todo, a lo que quizá dentro de unos meses pensará ella cuando se mire en el espejo, y eso sí que no caerá en el olvido.

1 comentario:

  1. Si con buen criterio consideramos que fue una víctima quizá no sea justo ahora hacerla culpable de sus actos presentes, porque éstos no existirían de no haber ocurrido aquello. La mujer marcada siempre acaba señalada, haga lo que haga.
    No fue ella quien decidió convertirse en objeto público de mofa y risitas generalizadas. A partir de ahí, una persona normal ya no puede seguir con su vida anterior. Quien ve a Olvido no puede evitar ver la escena del vídeo; las sonrisitas, los cuchicheos o el comentario soez se convierten en el entorno habitual, día tras día. Como concejal, tiene apoyos pero está acabada porque la realidad es que demasiada gente ya no es capaz de tomársela en serio. Y sus relaciones familiares, difícil imaginarlas como para poder juzgar, igual sus hijos están encantados de tener una madre famosa. En todo caso esto no será peor que la vergüenza pública del video.
    Por mí, que se gane la vida como quiera o pueda, sigue siendo una víctima.

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