Nunca ocurre al revés, por algo serán lágrimas de cocodrilo. El director de la CIA, David Petraeus, dimite de su cargo al conocerse que tenía una amante.
Bien por la dimisión, que ya quisiéramos tan fácil en otras latitudes. Pero mal porque al director de la CIA se le escapen filtraciones y sea tan poco cuidadoso con los correos (propios y ajenos). Y peor que se arrepienta sólo después de que se conozca al asunto, no antes, cuando retozaba en brazos de su amada.
Todo querer aparece demasiado tarde, salvo la pasión.
Referencia: http://internacional.elpais.com/internacional/2012/11/11/actualidad/1352661487_068914.html
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