Ustedes sabrán disculparme, pero me voy de vacaciones. Por estas líneas sabrán que si no vuelvo será por culpa de los volcanes que voy a visitar, o de un mecánico de vuelo que se dejó la llave inglesa donde no debía, o de una negligente regadora de macetas, qué más me va a dar.
Los viajes son hoy día mucho más seguros que antaño, pero también mucho más frecuentes, y ya se sabe que en un tiempo infinito la probabilidad es certeza. Espero volver, si no no iría, pero y si... En ese caso, denle al 'Me gusta'.
Feliz ferragosto en julio.
domingo, 28 de junio de 2015
martes, 16 de junio de 2015
> Hoy me he levantado liberal
Hace un tiempo publiqué una foto del almacén de Reyes Magos, donde había muchas (demasiadas) cajas de mercancías compradas en Amazon. Un lector me comentó que le parecía triste, y que él hacía las compras en pequeños comercios y disfrutaba con la actividad.
Hace unos días compré una tableta en Amazon. Busqué en varias tiendas físicas donde los vendedores o no aparecían o se manifestaban demasiado ansiosos; también busqué en otras tiendas online. La de Amazon, como casi siempre, era la opción más barata.
Desde que le di al ratón, tardó veintitrés horas en llegar a casa, con la opción más económica de entrega. Pero, ay, la tableta no me convenció.
Entré en mi cuenta de cliente, y sin darle explicaciones a nadie pulsé el enlace para devolver el producto. Me descargué una etiqueta que debía ponerle a la caja y la simple instrucción de ir a Correos o llamar a un mensajero. Fui a Correos, no tuve que pagar nada ni rellenar ningún formulario y, al salir por la puerta, recibí un mensaje de Amazon comunicándome que ya se me había transferido la devolución... sin comprobar lo que yo les acababa de enviar.
Para aprovechar el buen tiempo fui a una tienda de bicicletas a cambiarle la cámara a la mía. Éramos tres clientes esperando, mientras el vendedor que tenía un solo procesador no podía hablar a la vez de la barbacoa del domingo y despachar eficazmente un sillín con relleno de gel. Cuando me llegó el turno, quince minutos después, no tenían las cámaras adecuadas y, aun en el caso de tenerlas, me dijo, tendría que dejar la bici allí y volver otro día porque 'tenía mucho lío en la tienda'.
Amazon por ahora no cambia cámaras de bicicleta ni tarda diez minutos en servir una caña de cerveza con pitufo de lomo, pero me da que si ellos son una multinacional de éxito y no la tienda de bicicletas de la esquina ni el bar de enfrente debe ser por algo. Con nuestras decisiones de compra ¿debemos premiar la falta de interés, la poca innovación, las carencias?
Hace unos días compré una tableta en Amazon. Busqué en varias tiendas físicas donde los vendedores o no aparecían o se manifestaban demasiado ansiosos; también busqué en otras tiendas online. La de Amazon, como casi siempre, era la opción más barata.
Desde que le di al ratón, tardó veintitrés horas en llegar a casa, con la opción más económica de entrega. Pero, ay, la tableta no me convenció.
Entré en mi cuenta de cliente, y sin darle explicaciones a nadie pulsé el enlace para devolver el producto. Me descargué una etiqueta que debía ponerle a la caja y la simple instrucción de ir a Correos o llamar a un mensajero. Fui a Correos, no tuve que pagar nada ni rellenar ningún formulario y, al salir por la puerta, recibí un mensaje de Amazon comunicándome que ya se me había transferido la devolución... sin comprobar lo que yo les acababa de enviar.
Para aprovechar el buen tiempo fui a una tienda de bicicletas a cambiarle la cámara a la mía. Éramos tres clientes esperando, mientras el vendedor que tenía un solo procesador no podía hablar a la vez de la barbacoa del domingo y despachar eficazmente un sillín con relleno de gel. Cuando me llegó el turno, quince minutos después, no tenían las cámaras adecuadas y, aun en el caso de tenerlas, me dijo, tendría que dejar la bici allí y volver otro día porque 'tenía mucho lío en la tienda'.
Amazon por ahora no cambia cámaras de bicicleta ni tarda diez minutos en servir una caña de cerveza con pitufo de lomo, pero me da que si ellos son una multinacional de éxito y no la tienda de bicicletas de la esquina ni el bar de enfrente debe ser por algo. Con nuestras decisiones de compra ¿debemos premiar la falta de interés, la poca innovación, las carencias?
lunes, 8 de junio de 2015
> De pitos
Debería acaso yo estar acostumbrado porque tengo niños pequeños a los que me paso el día repitiéndoles lo que está bien y lo que no. Mis hijos pequeños, con la tenacidad de Mas y Urkullu, empiezan cada día como el primero de sus días, en apariencia sin recordar nada de lo que ya les repetí ayer y antesdeayer, y les repetiré mañana y pasado mañana. La diferencia es que mis hijos no ostentan mayor responsabilidad que aprender a coger los cubiertos en la mesa, mientras que Mas y Urkullu son los máximos órganos electos de sus circunscripciones y representan a toda su comunidad (y no sólo a los que los han votado). Por si alguien tiene prisa y se le escapa el autobús: lo mínimo que les puedo pedir es educación y ejemplaridad.
A muchos, entre los que me incluyo, el himno, la bandera y las charreteras de la Guardia Real me la refanflinfan, pero quisiera al menos un poquito de por favor. En la final de la Copa del Rey (sic, 'del Rey') al sonar el himno español muchos espectadores prorrumpieron en una clamorosa pitada. En la televisión vi a grupos gritando '¡putos españoles!'. En la pantalla del estadio San Mamés se bajó el volumen del himno. En el Camp Nou el presidente Mas, a cuya izquierda estaba el Rey, asistía complacido a la pitada, con media sonrisa, y quizá pensaba: 'estos son mis poderes'. La falta de educación de los demás no debería ser justificación de la propia. Después del encuentro no vi a ninguno hablar de falta de respeto, de gamberrismo, de incivilidad. No. Hablaron de 'expresión democrática' y de 'derecho de expresión'.
Me da que esto solo pasa en España, por eso quiero ser francés.
A muchos, entre los que me incluyo, el himno, la bandera y las charreteras de la Guardia Real me la refanflinfan, pero quisiera al menos un poquito de por favor. En la final de la Copa del Rey (sic, 'del Rey') al sonar el himno español muchos espectadores prorrumpieron en una clamorosa pitada. En la televisión vi a grupos gritando '¡putos españoles!'. En la pantalla del estadio San Mamés se bajó el volumen del himno. En el Camp Nou el presidente Mas, a cuya izquierda estaba el Rey, asistía complacido a la pitada, con media sonrisa, y quizá pensaba: 'estos son mis poderes'. La falta de educación de los demás no debería ser justificación de la propia. Después del encuentro no vi a ninguno hablar de falta de respeto, de gamberrismo, de incivilidad. No. Hablaron de 'expresión democrática' y de 'derecho de expresión'.
Me da que esto solo pasa en España, por eso quiero ser francés.
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