Ya no se venden brújulas (ni se compran). Dos conversaciones con dos personas a las que acababa de conocer:
- Sí, esas algarrobas no valen nada, son bravías. Yo relleno los sacos por abajo con ésas y ¡zas! se las endoso al mayorista.
Y otra:
- Sí, yo es que estoy fatal en el trabajo, así que estoy viendo a qué partido me afilio para presentarme a las municipales. Para que se lo lleve otro, me lo llevo yo, ¿no?
Y luego nos extrañamos de lo que pasa.
lunes, 22 de septiembre de 2014
miércoles, 10 de septiembre de 2014
> Pujol, ese padre
Este verano Jordi Pujol ha reconocido una larga falta de oportunidad. Pero es que, como ante una mujer mala pero guapa, me ciega la admiración por la inteligencia.
Pasemos por alto su condescendencia con lo ajeno (por ejemplo, sus opiniones sobre los andaluces) como tropiezos de juventud. Pasemos también por alto sus sospechosos manejos en Banca Catalana, porque para hacer un cántaro hace falta mancharse las manos de arcilla, dirían algunos. Obviemos la moral que parece haber inculcado a su extensa prole, porque él estaba en otros menesteres de más alto rango. Ni que no encontrara hueco en su agenda para pagar a Hacienda en treinta y cuatro años. Ni sus cuentas en el extranjero. Tampoco importa mucho si pedía el 3% o el 5% o esta competencia o aquella concesión...
Hace falta mucha inteligencia para navegar durante tantos años en un mar lleno de bajíos y salir indemne. Pero el caso inaudito para estos lares es que ahora, para culminar su singladura vital, da la cara. No mucha, es cierto, y puede que para proteger a sus hijos o por el inminente descubrimiento de sus manejos por las autoridades (jajajaja), pero lo suficiente: ya quisieran otros. Emitió un comunicado, ha charlado a la puerta de su casa con los periodistas, su mujer los mandó a la mierda, va a ir al Parlamento catalán.
A Julio César no se le juzga por los esclavos que sacrificó para divertirse, ni por los miles de hombres que murieron en las guerras que emprendió. Quién se acuerda de esos medios, de esos 'instrumenta semivocalia'. Se le valora en los libros de historia por la expansión del imperio romano, por sus amores con Cleopatra, las frases lapidarias cada vez que cruzaba un río y por sus técnicas de campaña. Incluso sus obras se toman como ejemplo para iniciarse en las traducciones del latín.
Ya verán en unos años qué recordarán de Jordi Pujol Soley.
Pasemos por alto su condescendencia con lo ajeno (por ejemplo, sus opiniones sobre los andaluces) como tropiezos de juventud. Pasemos también por alto sus sospechosos manejos en Banca Catalana, porque para hacer un cántaro hace falta mancharse las manos de arcilla, dirían algunos. Obviemos la moral que parece haber inculcado a su extensa prole, porque él estaba en otros menesteres de más alto rango. Ni que no encontrara hueco en su agenda para pagar a Hacienda en treinta y cuatro años. Ni sus cuentas en el extranjero. Tampoco importa mucho si pedía el 3% o el 5% o esta competencia o aquella concesión...
Hace falta mucha inteligencia para navegar durante tantos años en un mar lleno de bajíos y salir indemne. Pero el caso inaudito para estos lares es que ahora, para culminar su singladura vital, da la cara. No mucha, es cierto, y puede que para proteger a sus hijos o por el inminente descubrimiento de sus manejos por las autoridades (jajajaja), pero lo suficiente: ya quisieran otros. Emitió un comunicado, ha charlado a la puerta de su casa con los periodistas, su mujer los mandó a la mierda, va a ir al Parlamento catalán.
A Julio César no se le juzga por los esclavos que sacrificó para divertirse, ni por los miles de hombres que murieron en las guerras que emprendió. Quién se acuerda de esos medios, de esos 'instrumenta semivocalia'. Se le valora en los libros de historia por la expansión del imperio romano, por sus amores con Cleopatra, las frases lapidarias cada vez que cruzaba un río y por sus técnicas de campaña. Incluso sus obras se toman como ejemplo para iniciarse en las traducciones del latín.
Ya verán en unos años qué recordarán de Jordi Pujol Soley.
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